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Un niño sano ríe 300 veces al día. Sin embargo, a medida que crecemos y nos vamos llenando de recuerdos serios, la risa es cada vez más costosa. Como cualquier otro ejercicio, necesita ser practicado: cuánto más nos reímos más fácil es luego provocar la risa y viceversa. Además, a reír se aprende o se desaprende.


Es importante saber reírte con los demás, no de ellos, y aprender a sacar lo mejor de tu risa. En ocasiones con tan sólo un par de sesiones una persona puede conocer aspectos de su risa que le pueden ayudar para el resto de la vida.


Científicamente, se ha comprobado que la risa franca, la carcajada, aporta múltiples beneficios: rejuvenece, elimina el estrés, tensiones, ansiedad, depresión, colesterol, adelgaza, elimina dolores y el insomnio, los problemas cardiovasculares, respiratorios, así como cualquier otra  enfermedad. Nos aporta aceptación, comprensión, alegría, relajación, abre nuestros sentidos, ayuda a transformar nuestras pautas mentales.

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